(Por Cristian Paladino) – El jugador de fútbol juvenil de un club es una persona valiente, un verdadero ganador de la vida. A pesar de su edad prematura, tiene claro su objetivo esencial: llegar a ser un jugador profesional de fútbol.
Para lograr esa meta, el camino es duro, cruel y sacrificado, pero tiene su recompensa una vez que se consigue el objetivo. El camino hacia el profesionalismo está lleno de obstáculos que deben sortearse con personalidad y hombría. Estos jóvenes afrontan ese camino lejos de sus familias y amigos, pero encuentran en sus compañeros, coordinadores, asistentes y entrenadores un apoyo invaluable.
Las amistades que surgen en la Pensión de Fútbol Juvenil de San Lorenzo son fuertes y duraderas, porque se forjan en momentos de alegría y tristeza, en la solidaridad y el compañerismo. Se convierten en hermanos de la vida, compartiendo un sueño común.
Para el público del fútbol que va a la cancha, descarga sus energías y broncas, y después vuelve a su vida normal, quizás no esté presente todo el esfuerzo que un juvenil ha hecho para llegar a jugar en Primera División. Existe un concepto erróneo de que la vida de un jugador es fácil, pero no es así. Los contratos se ganan después de mucho sacrificio, resignando muchos momentos de la adolescencia: una salida con amigos, una reunión familiar, un cumpleaños, o incluso pequeños placeres relacionados con la nutrición. Estos jóvenes deben ser cuidadosos en todo, y por eso los contratos profesionales se ganan en buena ley. A los hinchas de San Lorenzo, les pido que siempre alienten a nuestros juveniles desde las tribunas, porque ellos van a dejar todo en la cancha. Se encariñaron con el club que los formó, que les dio la posibilidad de acceder a una educación, y que los cuidó en momentos de salud difíciles. ¿Qué importa si erran un penal o se equivocan en un partido? ¿Acaso existe la persona perfecta que hace todo bien? Cuando un partido de fútbol termina, la vida continúa, y detrás de esa escena hay otra vida en la cual también se sufre.
En la Pensión de Fútbol Juvenil de San Lorenzo viven chicos de entre 10 y 17 años. Son muy jóvenes y, lejos de sus familias, enfrentan el desarraigo con mucha personalidad. Estos chicos, que a menudo sienten la soledad y la nostalgia, deben encontrar en su entorno la fortaleza para seguir adelante. Aquí se aprende a valorar el esfuerzo, a respetar al rival y a entender que el fútbol, más allá de un deporte, es una escuela de vida. Cuando se apaga la luz de un partido de fútbol, empieza la otra vida. Una vida llena de desafíos para todos, porque nadie está exento de ellos. No por ser jugador de fútbol quiere decir que la vida es un acierto en todo. A los hinchas de San Lorenzo, les pido que defiendan, disfruten y apoyen a nuestros juveniles. Son mucho más que jugadores de fútbol; son parte de nuestra familia y debemos aceptarlos y valorarlos en las buenas y en las malas. Estos jóvenes son la promesa de un futuro lleno de éxitos y la prueba viviente de que, con esfuerzo y dedicación, los sueños pueden hacerse realidad. Su valentía al dejar atrás lo conocido y abrazar un camino lleno de incertidumbres es una inspiración para todos nosotros. Sigan adelante, con la frente en alto y el corazón lleno de sueños. El fútbol es su pasión, y San Lorenzo es su hogar.
